Oficio de tontos

Tontos son los creen, los que crean, los que buscan el temblor de una palabra, los que se ríen de su sombra, los que se enamoran por nada, los que pierden pero no se pierden, los que se enorgullecen de sus amigos, los que no eligen el camino fácil, los que siempre están ahí, los que piensan que el mundo no está perdido todavía... Bienaventurados los tontos, porque de ellos será el reino de la literatura.

lunes, 6 de junio de 2011

Rafa Nadal, modelo literario

Me preguntaron una vez una conferencia en un instituto que cuál era mi referente como escritor, y no lo dudé ni un instante: Rafa Nadal. El joven merecía una explicación pues, que se sepa, el magnífico tenistas no ha escrito aún nada digno de su palmarés deportivo.
Nadal, sin ser escritor, representa todo lo que un escritor debe tener para llevar a término sus proyectos: tesón, amor propio, sacrificio... y esa combinación heroica de orgullo y humildad.
El talento es una ciencia infusa que no alcanza ni para un breve poema si no se acompaña de trabajo y dedicación. Yo escribo porque me divierte claro, pero nada de lo que he escrito, que pudiera merecer la pena, se ha librado del trago del penoso trabajo de la revisión, de la búsqueda de la forma. En esa dura competición contra las limitaciones propias y las de sus ideas se hacen los escritores.
A Nadal, como a Lorca, la inspiración le coge siempre trabajando.

2 comentarios:

  1. Yo creo tanto o más que en las dotes, en la perseverancia y el entusiasmo. Es más, creo que una intención apasionada sabe abrirse camino hacia la emoción más atinadamente que una exquisita y rutinaria habilidad. Ahora, que el hallazgo, la idea brillante y la inspiración –más como óptima disposición neuronal que como musa romántica- existen y son bastante deseables.
    Por eso mi madre, cuando hablamos de Arte, termina diciendo. “Por eso es tan difícil ser buen artista” Qué gran verdad.

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